> Vida sana y creativa: junio 2016

miércoles, 22 de junio de 2016

Rafael Santandreu: "El arte de no amargarse la vida" (capítulos descargables)



En el blog, y a lo largo de varios meses, he desgranado algunas de las ideas básicas que nos indica el psicólogo Rafael Santandreu para tener una buena actitud vital y para no dejar que las situaciones o las personas nos estropeen el día o la vida.

Como colofón perfecto y punto final a este repaso, os adjunto el enlace a los tres primeros capítulos del libro del que hemos tratado, que están disponibles para descarga directa y gratuita.
Os dejo el enlace aquí y en el menú lateral.

Y os recuerdo, que en este mismo blog tenéis la entrada sobre su último libro: Ser feliz en Alaska.

Un saludo a todos y muy feliz verano, con buena mentalidad y buenas lecturas.

Obras publicadas de Rafael Santandreu

sábado, 18 de junio de 2016

Crema de puerros con pera

Crema de puerros con pera, ilustración de Carmen Peralto para vida sana y creativa
Ilustración: C. Peralto (collage con técnicas mixtas).

Esta receta no puede ser más fácil. Los ingredientes son comunes y habituales en cualquier casa (tal vez, con excepción del gengibre fresco que he añadido). La versión original pertenece a los Hermanos Torres y se ha podido ver en su programa de TVE. 
Probadla y no os arrepentiréis.


Ingredientes:

  • 4 patatas nuevas
  • 1 puerro
  • 4 peras conferencia
  • 6 nueces
  • Pan frito (al gusto)
  • Nuez moscada (al gusto)
  • 1 cebolla tierna
  • 500 ml de caldo de verduras
  • Pimienta negra (al gusto)

Elaboración:
  1. Cortar el puerro en juliana y rehogarlo en una olla con aceite de oliva. Retirarlo y reservarlo.
  2. Chascar las patatas y hervirlas en la olla con el puerro reservado y el caldo de verduras durante 15 minutos.
  3. Pelar las peras y cortarlas a cuartos.
  4. Añadir la mitad de las peras a la olla cuando a las patatas y al puerro les queden 5 minutos cocción.
  5. Triturar los ingredientes de la olla. Añadir un toque de aceite de oliva y ralladura de nuez moscada. Colar la crema.
  6. Cortar cebolla tierna en vie.
  7. Marcar las porciones de pera que se han reservado en una sartén con aceite de oliva junto con la cebolla tierna.
  8. Emplatar en un plato hondo. Poner las nueces y las porciones de pera y de cebolla tierna en el centro. Añadir la crema por encima del resto de ingredientes. Decorar con pan tostado y aceite de oliva.

jueves, 16 de junio de 2016

Rafael Santandreu: "El arte de no amargarse la vida" (VI)

Si conseguimos mirar el mundo a través de unos ojos que no se quejan, que valoran lo que poseen por encima de lo que no poseen, empezaremos a sentir en consonancia. Nuestro interior se apaciguará, dejaremos de exigirnos a nosotros mismos y al mundo, y cada vez experimentaremos más momentos de felicidad.

Ilustración: Nicolas Gouny.
Concluimos con esta entrada, la serie de entregas-resumen, sobre el libro de Rafael Santandreu "El arte de no amargarse la vida". En esta ocasión, los textos van acompañados por las ilustraciones de Nicolas Gouny (gracias Nicolas, merci, por darme permiso para su uso.)

La eficacia y el orgullo de la falibilidad
Algo de eficiencia es interesante, pero demasiada es agotadora y demencial. Lo que más interesa para mantener la salud emocional es bajar inmediatamente el ritmo de esas exigencias, aprender a aceptarnos con nuestras limitaciones. Me acepto con mis fallos y limitaciones y, lo que es mejor, entiendo que esta aceptación me hace ser mejor persona porque le quito exigencias a la vida y mi ejemplo sirve para pacificar el mundo. Lo normal es hacer algunas cosas bien y otras no y divertirnos en el proceso. Muchas veces fallamos y no pasa nada.

Tolerancia a la frustración
La tolerancia a la frustración nos permite disfrutar más de la vida, ya que no perdemos el tiempo amargándonos por las cosas que no funcionan. Hay que aceptar que en la vida hay miles de pequeñas adversidades ¿y qué? Si las aceptamos e, incluso, les hacemos un rincón en nuestra mente, no nos preocuparemos demasiado por ellas, lo cual hará que seamos más capaces de enfrentarnos a la vida. La mayoría de las veces se trata sólo de pequeñas incomodidades sin trascendencia. En realidad, ¡seguimos teniendo todo lo necesario para la felicidad! Mucho cuidado con las quejas cotidianas porque tienden a convertirse en hábito. El proceso de cambio consiste en: aceptar las adversidades, darse cuenta de que no son relevantes para la felicidad y focalizar la atención en las maravillas que aún tenemos a nuestro alcance.

Ilustración: Nicolas Gouny.

Liberarse de las obligaciones
Es muy común sufrir, durante años, ciertas penosas obligaciones que nos imponemos nosotros mismos, generalmente porque pensamos que "debemos" hacerlo o también por temor al juicio de los demás. Desde mi punto de vista, prácticamente no existen obligaciones. 

Lo cierto es que no tenemos por qué complacer a los demás como ellos desearían ser complacidos. Nuestros familiares y amigos no necesitan ser complacidos para llevar unas vidas felices. Por eso, no tienen por qué enfadarse. Y si lo hacen, es su problema.

Nadie puede hacer feliz a nadie. La felicidad es un estado mental en el que sólo uno mismo puede entrar y que no depende de tener más o menos problemas.

Ahondar en la despreocupación: la salud
Los seres humanos tendemos a imaginar situaciones ideales (que sólo existen en nuestra mente) y luego nos enfadamos o entristecemos si no se cumplen. Esa falta de aceptación de la realidad es la base de la infelicidad.

Una de las realidades que nos negamos a aceptar con mayor frecuencia es la enfermedad. La salud no es tan importante como creemos por varias razones:

  • Para no terribilizar sobre la enfermedad y obsesionarse con la salud. 
  • Para afrontar la enfermedad con optimismo cunado nos toque.
  • Para reajustar nuestro sistema de valores general.

La salud no es esencial para la felicidad: lo más importante es la propia felicidad. Dicho de otra forma, no nos preocupemos tanto de la salud y más de disfrutar de la vida. La salud, en tanto que nos posibilita hacer más cosas significativas y divertirnos más, es interesante, pero por sí misma no es prácticamente nada.

La enfermedad, el dolor y la muerte forman parte de la vida y no tienen por qué ser entendidos como desgracias inútiles que truncan la felicidad de las personas. Más bien se trata de procesos naturales, realmente inconvenientes, pero que aún dejan mucho espacio para la alegría, el amor y la fraternidad, como demuestran las hermosas experiencias de tanta gente. Podemos ser razonablemente felices estando enfermos. ¿Acaso el hecho de deprimirse o lamentarse continuamente va a ayudar a curarnos?

Gran parte de la emociones negativas arrolladoras que sentimos cuando estamos enfermos (o ante la posibilidad de estar muy enfermos) proceden de la estúpida creencia mágica de que: "debo vivir muchos años". Aunque sea absurda, la sostenemos en el fondo de nuestra mente y es la responsable del miedo a la enfermedad o la muerte. Muchas veces añadimos sufrimiento al dolor cuando nos lamentamos por estar enfermos. El malestar psicológico amplifica entonces el dolor hasta hacerlo casi insoportable. Si aprendemos a atajar la parte emocional del dolor, éste se puede reducir en un 90%.

Ilustración: Nicolás Gouny.
Aprender a centrarse en un ilusionante futuro
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, eso es sólo una ficción. Nuestro presente ya basta para disfrutar plenamente de la vida, y el futuro podría ser tan bueno o mejor si nos amueblamos bien la mente, si dejamos de quejarnos y nos ponemos a valorar positivamente lo que poseemos. La fuente de la felicidad se halla dentro de nosotros, en nuestra mente, y podemos acceder a ella siempre que lo deseemos. Para sentirnos bien, tenemos que fijarnos en lo que poseemos y no en lo que nos falta.

Acabar con todos los miedos
No hay que tenerle miedo a nada, por, al menos, dos razones:

  • En un mundo impermanente como el nuestro, en el que todos moriremos pronto, nada es realmente dramático.
  • Necesitamos muy poco para estar bien, así que prácticamente cualquier pérdida no tiene por qué afectar a nuestra felicidad.

Si crees profundamente en ello, si te convences de estos argumentos (u otros), tus miedos van perdiendo fuerza hasta desaparecer.

Ilustración: Nicolas Gouny.
Ganar autoestima
Yo creo que todos los seres humanos tienen el mismo valor. Son igualmente bellos y magníficos. Todos tenemos nuestra gran capacidad de amar, que, como potencialidad, siempre está ahí. El problema de la autoestima se resuelve dejando de valorar a los demás (y a nosotros mismos) según criterios distintos a nuestra capacidad de amar.

Liberarse de una autoestima basada en logros o capacidades es un gran descanso. Uno ya no tiene que demostrar nada a nadie. Uno puede mostrarse con todos sus fallos y estar orgullosos de uno mismo. Es más, esa aceptación incondicional de uno mismo y de los demás pasa a ser nuestra principal cualidad, nuestra principal fuerza.

Nuestra visión de la persona "mala" es que está más bien enferma, pero podría sanar. Intrínsecamente, todo el mundo es potencialmente bueno. Por otro lado, todos fuimos niños encantadores en algún momento de nuestra vida. Y todos tenemos esa semilla de la bondad en nuestro interior.

En psicología cognitiva aconsejamos a nuestros pacientes que cuando se topen con alguien que se comporta de forma inadecuada piensen que se debe al desconocimiento, a la ignorancia, a una enfermedad emocional que le lleva a comportarse así, pero que en su interior esa persona tiene la potencialidad de ser una persona muy generosa y valiosa.

Ilustración: Nicolas Gouny.
Últimas instrucciones
Ya hemos visto las bases teóricas y el método para desarrollar fortaleza emocional: tenemos que cambiar nuestro diálogo interno, transformar cada una de nuestras creencias irracionales de forma que, a partir de ahora, nos neguemos a terribilizar.

Si conseguimos mirar el mundo a través de unos ojos que no se quejan, que valoran lo que poseen por encima de lo que no poseen, empezaremos a sentir en consonancia. Nuestro interior se apaciguará, dejaremos de exigirnos a nosotros mismos y al mundo, y cada vez experimentaremos más momentos de felicidad.

No es difícil conseguirlo. Se trata de practicar, ensayar y volver a practicar. En una palabra: de perseverar.

Otro de los puntos importantes de la terapia cognitiva expuesta aquí es que la persona tiene que saber que va a tener recaídas. Las recaídas son periodos de vuelta a la depresión, a la ansiedad o a la obsesión después de semanas o meses de mejora continuada. Las recaídas forman parte del proceso. Además, suele suceder que después de una recaída, viene una mejora más pronunciada.

Todo el mundo tiene la libertad de escoger lo que quiere pensar y cómo desea conducir su vida, pero nosotros, los psicólogos, tenemos que advertir que ciertas ideas dogmáticas, infantiles, supersticiosas y exageradas provocan efectos perniciosos sobre el sistema emocional.

Terribilizar por terribilizar es muy común, más de lo que podríamos pensar. Sobre todo cuando esa doble terribilización hace referencia a estar ansioso o deprimido. Es decir, no nos gusta nada estar ansiosos o deprimidos y no nos permitimos estarlo. 

Cuando caemos en los nervios o la tristeza excesiva nos castigamos a nosotros mismos porque se supone que debemos estar bien. En realidad, tendríamos que comprender que somos humanos y que, de vez en cuando, durante el resto de nuestra vida, fallaremos. 
En caso de tener una recaída o un mal día, es mejor aceptar la situación, no terribilizar por terribilizar, y limitar los daños retirándonos a dormir o dedicar la jornada a hacer algo más mecánico y útil.

lunes, 13 de junio de 2016

Ramiro Calle: Historias espirituales de la India (III)

Seguimos disfrutando de las historias que selecciona Ramiro Calle en el volumen "Historias espirituales de la India", en esta ocasión, las historias de un tigre criado entre ovejas, la de un yogui errante y una de un falso gurú.

Ilustración de Carmen Peralto para "El tigre que balaba", de Ramiro Calle..
El tigre y las ovejas en medio de las cordilleras aravalli (ilustración: C. Peralto).

El tigre que balaba

Al atacar un rebaño, una tigresa preñada dio a luz y luego murió. El tigre creció entre las ovejas, y se comportaba como tal y se tenía a sí mismo por una oveja. Era sumamente apacible, balaba, pacía e ignoraba por completo su verdadera naturaleza. Pero un día llegó un tigre hasta el rebaño y lo atacó. Cuál no sería su sorpresa al ver a un tigre que se comportaba como una oveja. "Oye —le dijo—, tú eres un tigre". Pero el tigre no hizo ningún caso y baló asustado. Entonces el tigre condujo al tigre-oveja ante un lago y le mostró su propia imagen. Pero él seguía creyéndose una oveja, hasta tal punto que cuando el otro tigre le dio un pedazo de carne cruda, no quería probarla. Pero por fin se decidió a hacerlo y la carne cruda desató sus genuinos instintos y reconoció su propia naturaleza.

Como el tigre-oveja es el hombre ordinario. Su naturaleza original, su estado auténtico, su Sí-mismo es fuerte y vigoroso, soberano, pero por ignorancia y deformaciones y contaminaciones de todo tipo, se siente esclavo y lleno de limitaciones. La naturaleza original es el Sí-mismo; la apariencia es el ego. Identificado con su "ego", por decirlo así, el tigre no reconocía su estado original y se creía oveja. Tan identificado está el hombre con la burda máscara de su personalidad y con sus procesos psicofísicos que ha olvidado su estado original.


Un yogui en el camino

Se trataba de un gran yogui, un sadhu errante que había hecho de su vida una búsqueda de la más alta sabiduría. Se sentó a la orilla del camino y entró en samadhi, deleitando así el néctar de su propio ser.

Entonces pasó por el lugar un ladrón y al verlo dedujo: "Este hombre es sin duda un ladrón que tras haber pasado la noche robando, agotado, se ha quedado ahora dormido. No vaya a ser que venga la policía y al atraparle a él me atrapé también a mí". Y el ladrón huyó presto.

No mucho después, pasó un borracho y pensó al ver al hombre: "Éste está como una cuba. Ha bebido tanto que se ha caído al borde del camino y no puede ni moverse". Y, tambaleándose, el borracho se alejó.

Llegó por último un verdadero buscador, también él yogui, y al ver al gran yogui en samadhi, rápidamente supo que se trataba de un alma noble abismado en éxtasis. Se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.

Así el sabio reconoce al sabio. Así también cada hombre proyecta sobre los otros lo que es él mismo, aquellos defectos que tanto censura en los demás y con los que tan indulgente es para sí mismo. Ve la verdad quien tiene una mente aplicada a la verdad; encuentra la sinceridad quien la lleva en su corazón.


El maestro ladino

Los falsos gurús (y cada día proliferan en mayor grado en India y fuera de India) siempre encuentran el argumento para pretextar sus actuaciones. Si tratan brusca o groseramente al discípulo, alegan que lo hacen para matar su ego. Si se comportan con conducta desigual, alegan que están poniendo a prueba la confianza del discípulo en el maestro. Siempre hay pretextos, sobre todo para los hábiles en la dialéctica. A continuación relatamos un cuento que pone de manifiesto las argucias de un ladino maestro.

Llovía torrencialmente. Un discípulo aventajado corría para protegerse de la lluvia, cuando le vió su maestro le increpó:
—Pero, ¿cómo osas huir de la generosidad del Divino, del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un obsequio divino para toda la humanidad.
El discípulo se sentía avergonzado. Pausó la marcha y, lentamente, calándose, se fue a su casa. La lluvia le valió un buen catarro.

Pasaron los días. El discípulo estaba meditando en el porche de su casa y de repente vio que su maestro corría por la calle bajo la lluvia, sin duda para protegerse de ella.
—Maestro, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecias el obsequio divino? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial?
Y el ladino maestro repuso:
—¡Insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con mis pies?

miércoles, 8 de junio de 2016

Aguas frescas: Agua de Jamaica


Llega el verano y la verdad, no me apetecen nada las bebidas calientes, así que estoy seleccionando mis bebidas frías "favoritas". Aquí las iré compartiendo.

El "Agua de Jamaica" es una bebida muy común en México. También es habitual tomarla en Egipto donde se llama "Karkadé".
Se hace con la infusión de los pétalos de la flor del hibisco o pacífico y además de refrescante, tiene propiedades antisépticas (para prevenir cistitis, por ejemplo), sirve para bajar la tensión y es un depurativo y diurético.


Para hacer 1 litro necesitaremos:
  • 1/4 de taza de cálices de flor de hibiscos secos.
  • 4 tazas de agua
  • 1/4 de taza de azúcar (o echar al gusto)
  • Opcional: 1 rodajita de gengibre, cáscaras de limón para adornar...




Preparación:
  1. Poner a hervir 2 tazas de agua.
  2. Añadir la flor de hibisco, el azúcar y el jenjibre.
  3. Hervir unos minutos removiendo de vez en cuando.
  4. Apartar del fuego y dejar reposar unos 10 minutos.
  5. Cuela la preparación y añádele el resto del agua fría (2 tazas o vasos).
  6. Deja en el refrigerador o añade unos cubitos de hielo.
Ingredientes para la preparación de Agua de Jamaica

Os indico los ingredientes para otra variación de la receta:

Calentamos en una sarten:
  • 1 clavo
  • 1 anises estrellados
  • 1 rama de canela
  • 1 cucharadita de anís verder
  • 3 granos de cardamomo
  • Ponemos a hervir en 1 litro de agua durante 4 minutos y apagamos el fuego.
  • Añadimos1 cucharada de flores de hibiscus e infusionamos 5 minutos.
Esto habría que endulzarlo al gusto, por supuesto.



domingo, 5 de junio de 2016

Rafael Santandreu: "El arte de no amargarse la vida" (V)

Continuamos resumiendo los conceptos más importantes que refleja Rafael Santandreu en su libro "El arte de no amargarse la vida". En esta ocasión, me han ayudado a embellecer el texto las ilustraciones de Diana Toledano, gracias por dejarme emplearlas para este blog (podéis encontrar y conocer su trabajo aquí.)

Lo importante es disfrutar de la existencia, no de cuánto va a durar. Ilustración: Diana Toledano.

Reflexión existencial
Cuando nos preocupamos demasiado de nuestra imagen, nuestra seguridad económica... —de cualquier cosa en realidad—, estamos apartándonos de la realidad, porque lo cierto es que la vida es finita. Todos vamos a morir, así que ¿a qué viene tanto alboroto por nimiedades?
Enfrentarse a la realidad de la inevitabilidad de la muerte es sano a nivel psicológico porque nos permite quitarle gravedad a todo. La muerte relativiza todo, como dicen. Pensar en la propia muerte es uno de los mejores caminos para madurar y tranquilizarse, para ganar fuerza emocional.

No hace mucho tiempo, la gente entendía, de forma implícita, que la muerte era el final natural y benéfico de todo y que ese fin está, en realidad, próximo para todos. Las personas convivían con la muerte, no la ocultaban, y eso les dotaba de una filosofía de la vida mucho más relajada.
En la actualidad hemos quitado la muerte de la ecuación de la existencia, pero nos convierte en personas demasiado preocupadas. La ficción de eternidad nos vuelve locos. El hecho de la muerte hace que no haya nada demasiado importante y esto es un alivio, nos permite vivir con ligereza, que es la única forma de afrontar esta vida. Si aceptamos el hecho de la mortalidad con naturalidad y apertura mental, veremos que se trata de algo positivo. Por lo tanto, abramos los brazos a la muerte. ¡Es el desestresante más poderoso que existe! Lo importante es disfrutar de la existencia, no de cuánto va a durar. La muerte es la hermana gemela de la vida...

Ilustración: Diana Toledano.
Otras reflexiones y aplicaciones prácticas
Temor a la soledad.
El temor a la soledad es una idea absurda que abunda en nuestros días y que no tiene ni pies ni cabeza. Nadie está solo en nuestras ciudades, pueblos o incluso aldeas... Siempre hay gente a nuestro alrededor y, sin duda alguna, muchas personas desearían tener una maravillosa relación con nosotros.

Miedo al aburrimiento.
Es sorprendente la cantidad de gente que tiene miedo al aburrimiento. Secretamente, temen aburrirse y andan tapando esa posibilidad con actividades intrascendentes y poco gratificantes. El aburrimiento es una sensación de malestar muy ligero. Y, en muchas ocasiones, incluso puede ser placentero.

La indecisión.
A veces nos entra un miedo irracional a decidirse. Las personas con dificultades para decidir crean siempre, en su mente, dos alternativas peligrosas, y se ven atrapadas entre ellas. La solución para ellos pasa por darse cuenta de que ninguno de los dos fallos son terribles: pueden ser un poco malos, pero nada más. Aunque uno falle y elija la opción "peor" se puede ser feliz. Además, en la mayoría de los casos, una mala decisión no implica riesgos para la supervivencia física, así que no es algo grave.

Miedo al ridículo.
Otro miedo absurdo es el miedo al ridículo. No hay que dar demasiada importancia a la propia sensación de ridículo, es decir, entender que es normal la emoción de vergüenza y, por tanto, imposible de eliminar del todo. Además hay que darse cuenta que nuestra imagen social es poco importante. Si pensamos así, nunca tendremos demasiada sensación de ridículo porque, simplemente, nos importará muy poco lo que los demás opinen de nosotros. Uno se libera definitivamente del miedo al ridículo cuando basa su valía en su capacidad de amar y no en capacidades o logros. Todas las personas tienen valor por su innata capacidad de amar.
No necesito ser rico, elegante, inteligente, etc. para tener valor. Para mí, esta idea es básica en mi sistema filosófico por varias razones:
  • Las personas que yo realmente aprecio son aquellas capaces de amar y no las que tienen una gran imagen.
  • Es imposible no ser "menos" con frecuencia. No podemos encajar perfectamente en todos los sitios y en todo momento... y estaremos en inferioridad de condiciones. Pero ¿qué importa? Lo esencial es que somos personas maravillosas y estamos ahí para aprovechar cualquier ocasión de colaborar, amar y divertirnos.
Si no nos dejamos engañar por las apariencias y valoramos por encima de todo la capacidad de amar y hacer cosas gratificantes, la autoimagen deja de ser importante.
Considero que las personas más maduras y fuertes son aquellas que pueden visualizarse con hándicaps y ser felices. Pueden verse con limitaciones, pero con una gran capacidad de amar y de hacer cosas positivas por sí mismas y por los demás. Hay que liberarse de la necesidad de aprobación de los demás y sentirse tranquilo frente a cualquiera. Las personas maduras están por encima de la evaluación ajena. No les importa demasiado que los demás les critiquen tontamente y, entonces, paradójicamente, gozan de un mayor respeto de los demás.

Ilustración: Diana Toledano.
Las relaciones
El secreto para tener los mejores amigos es el siguiente: pedirle a cada amigo sólo lo que pueda dar. Nunca lo que no pueda dar. En las relaciones humanas, hay que aceptar más al otro y componer lo que llamo "el collage de la amistad", es decir, plantearse las relaciones como un gran mural donde cada persona te aporta una cosa diferente. De esta forma, entre varias personas, uno por aquí, otro por allá, lograremos tener "los mejores amigos". Si lo pensamos bien, cada uno de nosotros tenemos unos puntos fuertes y otros débiles. ¡No existe la perfección! Y no podemos exigir a nuestros amigos que sean perfectos. Cada uno de nosotros escoge lo que desea aportar y no tenemos por qué esforzarnos demasiado sólo para complacer a alguien que exige demasiado. Como amigos, hermanos o hijos, habrá cosas que podamos ofrecer y otras que no.

La aceptación incondicional de los demás es la clave para mejorar las relaciones en general. También sé lo mucho que cuesta cambiar el chip cuando estamos acostumbrados a juzgar y castigar. El mundo de las relaciones es una fuente maravillosa de realización, tiene muchas satisfacciones que darnos, pero hay que hacer ese giro radical.

Una buena pareja es aquella que es capaz de ser feliz independientemente de lo que haga el otro. Si estamos sanos, si somos fuertes, todos podemos estar bien con la persona que tenemos al lado pese a sus defectos, porque no hay defecto tan grave como para hacernos realmente infelices.

Cuando las personas que tenemos al lado se pongan nerviosas, exageren, nos exijan cosas que no deseamos conceder..., lo fundamental será no entrar en su dinámica, no discutir en los mismos términos que ellos, pues, en ese momento, están desviados de la realidad. Intentar razonar con alguien que temporalmente no está en su sano juicio no es razonable. Lo que podemos hacer, a lo sumo, es intentar influirles positivamente sacándoles de su neura, distrayéndoles con tres herramientas: el humor, el amor y el surrealismo. Si lo hacemos bien, es posible que la persona vuelva a sus cabales.

En el mundo de la pareja, de la amistad, es mucho más efectivo renunciar al conflicto e intentar convencer al otro, que empeñarse en hacer justicia. Claro que tenemos que aprender a seducir, pero podemos empezar a practicar ya mismo. Cuando nos hayamos convertido en maestros de la seducción, nuestras relaciones mejorarán muchísimo. Por otro lado, esta estrategia implica renunciar realmente a lo que desearíamos si el otro al final no accede.

Renunciamos hoy, pero seguiremos pidiendo el cambio en las siguientes ocasiones. La estrategia de la seducción es una estrategia a medio plazo, que nos otorga mejores resultados en general, aunque perdamos algún deseo en el camino.