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martes, 10 de mayo de 2016

Rafael Santandreu: "El arte de no amargarse la vida" (III)

Seguimos analizando el primer libro de Santandreu, en este caso, tratando las creencias irracionales y las preferencias....
El arte de no amargarse la vida Vida sana y creativa


Preferencias en vez de exigencias
Las creencias irracionales —catastrofistas, inútiles, dañinas— son las grandes enemigas de los psicólogos. Este tipo de ideas, bien cimentadas en nuestro interior, hace que afloren en nosotros emociones exageradas, especialmente la emoción del miedo, porque crean un universo personal lleno de terribles amenazas. Pero, tenemos que aprender que estas amenazas sólo existen en nuestra cabeza. La vida es mucho más sencilla, segura y alegre que todo eso.

Todas las creencias irracionales las podemos clasificar en 3 grupos:
  •  Debo hacerlo todo bien o muy bien.
  •  La gente me debería tratar siempre bien, con justicia y consideración. 
  •  Las cosas me deben ser favorables.
Decimos que estas ideas son creencias irracionales porque se trata de exigencias infantiles, "debería" tajantes, inflexibles y poco realistas.

Sin embargo, las creencias racionales correspondientes serían del estilo:
  • Me gustaría hacerlo todo bien, pero no lo necesito para disfrutar del día.
  • Sería genial que todo el mundo me tratase bien, pero puedo pasar sin ello.
  • ¡Cómo me gustaría que las cosas me fuesen favorables! Pero no siempre va a ser así y lo acepto. Aun así, todavía puedo ser feliz.

Una persona madura es aquella que no exige, sino que prefiere. Se da cuenta de que la vida y los demás no están ahí para satisfacer fantasiosas demandas. Pero lo que es más importante: ¡no necesita nada de eso para ser feliz! Cuando somos vulnerables a nivel emocional, estamos llenos de exigencias. Cuando no se cumplen, nos enfadamos, nos llenamos de ansiedad, le echamos la culpa a los demás o al mundo o, lo que es peor, a nosotros mismos.

Cubierta del libro de Rafael Santandreu El arte de no amargarse la vida

Cuando estamos neuróticos nos conviene aprender que todas esas exigencias no son necesarias para ser feliz. Lo mejor es olvidarse de esos "debería", renunciar a esas ideas estúpidas y aprovechar de una vez lo que sí se posee, lo que la realidad pone a nuestro servicio. Si limpiamos nuestra mente de exigencias irracionales, nos daremos cuenta de lo mucho que ofrece la vida para disfrutar. Por todo ello, la enfermedad que origina la ansiedad y la depresión, la "terriblitis", también podría denominarse "necesititis", la tendencia a creer que "necesito, necesito y necesito para ser feliz". El hombre (o mujer) maduro es aquel que sabe que no necesita casi nada para ser feliz.

En la mente de las personas maduras hay una especie de línea imaginaria que distingue claramente entre "deseo" y "necesidad". Un deseo es algo que me gustaría ver cumplido, pero que no necesito. En cambio, una necesidad es algo sin lo cual realmente no puedo funcionar. Es bueno tener deseos, es natural. Deseamos poseer cosas, divertirnos, estar cómodos, que nos amen, hacer el amor..., y todos esos deseos son legítimos, siempre y cuando no los transformemos supersticiosamente en necesidades. Y es que los deseos causan placer. Las necesidades inventadas producen inseguridad, insatisfacción, ansiedad y depresión. Sin embargo, parece que las personas tenemos una fuerte tendencia a crear necesidades ficticias a partir de deseos legítimos.

La creación de necesidades artificiales produce malestar emocional, tanto si las satisfaces como si no, porque:
  • Si no lo consigues, eres un desgraciado...
  • Y si lo consigues, siempre lo podrías perder..., y ya estás introduciendo el miedo y la inseguridad en tu mente.

Si queremos madurar tenemos que evitar esa tendencia y mantener siempre a raya los deseos, que están muy bien siempre y cuando sean sólo divertimentos en una vida que ya es feliz de por sí. Si los deseos no se cumplen, no pasa nada; no los necesitamos para sentirnos plenos, para disfrutar de nuestras otras posibilidades.
El arte de no amargarse la vida. Ilustración "Mascaradas": poema visual de Carmen Peralto Vida sana y creativa
"Trazar la línea entre el deseo y la realidad". (Ilustración: poema visual de Carmen Peralto) 

La persona madura sabe que la única forma de disfrutar de los bienes de la vida es estar dispuesto a perderlos. Sólo podemos disfrutar de lo que podemos prescindir. Por otro lado, tener necesidades inventadas conlleva otro problema adicional y es la generación automática de insatisfacción. Cuando tenemos una necesidad de este tipo, como poseer una casa, acumulamos mucha expectación. Creemos que cuando la poseamos, seremos felices. Imaginamos un futuro alegre, satisfecho, pleno... Y solemos decepcionarnos porque el cumplimiento de ese deseo exagerado no produce tanta satisfacción. La felicidad implica disfrutar de los deseos sin apegarse a ellos, sabiendo que son meras formas de divertirse, pero en ningún caso, necesidades reales.

El top ten de las creencias irracionales
Albert Ellis, uno de los principales psicólogos de la historia, hizo su propia lista de las principales creencias irracionales. Siguiendo esta tradición, he elaborado mi propia lista de las creencias irracionales generadoras de malestar, que afectan a las personas de nuestro tiempo:
  • Necesito tener a mi lado a alguien que me ame; de lo contrario, ¡qué vida más triste!
  • Tengo que ser alguien en la vida, aprovechar bien mis cualidades y virtudes. De lo contrario, me sentiría fracasado.
  • No puedo tolerar que la gente me menosprecie en público. Debo saber responder y defender mi imagen.
  • Debo tener un piso en propiedad. De lo contrario, soy un maldito fracasado muerto de hambre.
  • Tener buena salud es fundamental para ser feliz. Y lo más deseable es vivir mucho tiempo; cuanto más mejor: ¡incluso 100 años o más!
  • Tengo que ayudar a mis familiares, padres, abuelos, hijos... Mi ayuda es fundamental para su felicidad.
  • Si mi pareja me pone los cuernos, no puedo continuar con esa relación. La infidelidad es una cosa terrible que te destroza por dentro.
  • Tengo que tener una vida emocionante. De lo contrario, mi vida es un aburrimiento y, de alguna forma, un desperdicio.
  • Más siempre es mejor. El progreso siempre es bueno y consiste en tener más cosas, más oportunidades, más inteligencia...; esto es obvio en el caso de desear cada vez más y más cosas buenas como paz y alegría.
  • La soledad es muy mala. Los seres humanos necesitan tener a alguien cerca porque si no, son unos desgraciados.

Todas y cada una de estas aseveraciones son creencias irracionales que originan malestar neurótico o irracional. Nadie necesita ninguna de las cosas de esta lista: ni pareja, ni seguridad laboral, ni salud en realidad. Se trata de preferencias y objetivos legítimos, pero jamás condiciones indispensables para la felicidad.